Después de unos intensos meses de estudios llega el tiempo de cambiar de actividad, pues es bueno estar entretenido, poner en funcionamiento los dones que cada tenemos, aprender nuevas cosas, colaborar con el bien de la comunidad y cuidar, tanto de nosotros mismos como de nuestro entorno.
Con el pasar del tiempo nuestra casa común vemos que necesita de ciertos arreglos, retoques… pues nos damos cuenta que el deterioro forma parte de las característica del paso del tiempo, por lo que hay que trabajar para que todo se mantenga bonito, y si eso sirve para la relación entre las personas, en la sociedad y las diversas instituciones, no lo es menos con los objetos, construcciones, etc.
Este año nos hemos propuesto centrar nuestro trabajo, además del típico zafarrancho de limpieza, en las ventanas, sí, no es ninguna tontería, parecía que no pero vemos que necesitan un buen repaso. Para empezar esperamos poder tener un mínimo de recursos económicos, tiempo, ganas y decisión, y ahí vamos, de cabeza. Por la mañana, además de los tareas diarias de todos los días del año: limpieza de casa, lavar la ropa (bueno, para esto cada uno coge el momento que mejor le viene), hemos reservado un par de horitas de trabajo de mantenimiento con los que han quedado en el período vacacional en el Lar.
La tarde… para disfrutar de las vacaciones: paseo, ver la tele, juegos, entre ellos el deporte rey: el fútbol, en el que se dá buen partido a los balones donados por la Fundación Sociedad Protectora de los Niños.
Lo primero fueron los cristales, que con las corrientes, la caída de masilla que los sujetaba y algún otro objeto que golpeó, un buen número nos faltaban, estaban rotos o caídos.
Primero recopilar los que se habían conseguido salvar, de los que se habían despegado. Limpiar cristales y ventanas y a empezar a poner clavos que den cierta seguridad a los cristales, después medir, comprar y poner los nuevos.
De ahí pasamos a la segunda fase: redes, y no de internet, sino mosquiteras. Muchas estaban pasadas y agujereadas, ratones, mono, perros, fuego y otros elementos ayudaron a ellos.
Pedimos presupuesto a algún profesional y consejo, el presupuesto se nos escapaba, y la forma de trabajo… pues también, tener que quitar las rejas para trabajar mejor era algo muy complicado para nosotros así que… a usar el ingenio y ¡Eureka! Después de varias intentonas fuimos descubriendo la técnica más eficiente, con un poco más de trabajo, alguna técnica más elaborada pero lo hemos conseguido: poner y quitar las redes con las rejas puestas. Y como los listones estaban algo deteriorados… pues también pintarlos, algún color para dar un lavado de cara.
Y ahora ya todas las redes preparadas para el ataque masivo de mosquitos donde ha sido necesario cambio de redes, donde eran agujeros más sencillos se ha puesto un remedio cosido, como hacían nuestras madres con los pantalones agujereados.
Y la tercera fase, aunque no se haya seguido en todos los lugares este orden, las cortinas: telas, anillas, apliques y tubos en los que están colgadas. Empezamos con los tubos: cambiar o reciclar los que nos estaban en condiciones y ajuste de apliques: unos rotos, otros caídos… Y donde se ha podido… cambio de telas, después de 10 años algunas ya estaban pidiendo la jubilación.
La verdad es que está siendo un trabajo muy bonito, principalmente por la gran colaboración de los chavales, además del gran ahorro de mano de obra y el lavado de cara, se ha visto también las sensibilidades de cada uno, unos más diestros con la pintura, otros con el martillo, otros con las costura, pequeños y mayores ha aportado cada uno su granito de arena para que nuestra casa común esté más cuidada.
Pero esto no es todo.